La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es logo-talitha-vectorial.png

Es fácil querer suprimir estos días del calendario, querer que ya se hubieran pasado, es lo que podemos escuchar de personas en duelo. Este sentimiento, este año, se incrementa a la preocupación por el contagio del covid aún muy presente en nuestras vidas.

Desde Talitha queremos recordaros que, vosotros, que estáis leyendo en este momento estas líneas, estáis vivos, y que cerca de vosotros aunque no estén en vuestra casa o en vuestro salón hay personas que os quieren.

Sea cual sea la opción que elijáis para celebrar estas fiestas, nuestros seres queridos que han fallecido están en nuestros recuerdo siempre, no olvidéis a los que si están e inventad cualquier manera para decirles que les queréis.

Tanto si compartís estos días con la familia, como desde la intimidad que nos da la soledad impuesta o elegida, INVENTAD VUESTRA MANERA DE CELEBRAR LA VIDA, de agradecer la suerte de haber tenido y la suerte de tener y querer a personas maravillosas.Hay tiempo para el recuerdo y hay tiempo para crear nuevos recuerdos.

FELIZ NAVIDAD

Mª Pilar Martínez Tierraseca.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es logo-talitha-vectorial.png

Endika, el amor de mi vida, mi ángel, mi motor, mi hijo, decidió dejar este mundo que ya no soportaba. Él que tanto amaba la vida. Ofrecía sin medida y regalaba siempre su sonrisa. Y nosotros nos quedamos aquí, sin entender nada, dedicados a honrar su memoria y su vida. Con el dolor de no haber sabido entender que el suicidio existía, subestimar su pena y su dolor, que ya son míos, anclados en mi alma.

Sí, soy superviviente de la tragedia de perder un hijo.

Maldigo la ignorancia y el tabú sobre su muerte.

Él se fue y me quedaron todos los supervivientes que le amaron, que esperan un «perdón» de esta sociedad insensible e ignorante, llena de prejuicios y reglas establecidas. ¿No será que es difícil aceptar la responsabilidad?  ¿Que es mejor esconder que reconocer?

Mis sobrevivientes y yo necesitamos que no se siga subestimando el dolor, que se abran los ojos y se sepa que tienen cinco veces más posibilidades de ser sobrevivientes a un suicidio que a cualquier otra pérdida no natural de un ser querido.

Sí, soy una superviviente.

Sólo espero que cada vez sean menos las que tengan que decir: sí, soy una superviviente.

Rosamari

Radio Hellín entrevista a Pilar y nuestros socios voluntarios Paqui Osuna y Antonio Marín colaborando en la posible creación de la delegación de Talitha en Hellín

El 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

El suicidio es un tema duro de hablar, especialmente cuando se trata de alguien que conoces. Puede ser difícil saber cómo abordar el suicidio de una manera compasiva, y es posible que evites hablar con un sobreviviente de una pérdida por suicidio por temor a decir algo hiriente sin querer. Sin embargo, incluso si no eres un amigo cercano de la persona que está en duelo, es mejor demostrar que te preocupas por ella que evitarla por completo. Para alguien que ha perdido a un ser querido, tu apoyo, incluso si no es verbal, puede marcar la diferencia.

Qué no hay que decirle a un superviviente de pérdida por suicidio

Saber lo que no hay que decirle a un superviviente de una pérdida por suicidio es quizás más importante que saber de qué hablar con él. Antes de hablar con ellos, ten en cuenta las palabras, frases y actitudes que podrían resultar insensibles durante este momento tan difícil.

No digas que lo entiendes: incluso si también eres un superviviente de una pérdida por suicidio, tu experiencia no es idéntica a la de otra persona, y decir: «Sé cómo te sientes», puede resultar desdeñoso o desconsiderado. En lugar de hablar sobre tu propio duelo, espera a que la persona te pida tu consejo.

Abstente de dar consejos: no existe una forma correcta o incorrecta de afrontar una pérdida por suicidio, y la persona que está sufriendo la vivirá a su manera y a su propio ritmo. La persona no puede simplemente «superarlo» o “continuar con su vida” inmediatamente después de una pérdida por suicidio, y debe adaptarse gradualmente a una nueva forma de vida.

Evita las frases hechas y los clichés: alguien que está de duelo no puede consolarse con frases como «Está en un lugar mejor» y no querrá escuchar que «La vida continúa». Debido a que son genéricas, estas frases ignoran la angustia mental y emocional específica que la persona siente después de una pérdida por suicidio.

No le expliques el por qué ha sucedido esto: tú no lo sabes. Guarda tus opiniones sobre el motivo del suicidio y no hagas juicios como «Tomó el camino más fácil» o «Eso fue muy egoísta» o “Fue su decisión” … Nada de todo esto ayudará a alguien a sobrellevar su pérdida.

Evita hablar en exceso: una de las mejores formas de demostrar que te preocupas por el dolor de alguien es escuchar, no hablar. Ten en cuenta que es posible que el superviviente de una pérdida por suicidio no esté dispuesto o no pueda mantener una conversación, y que intentar llenar el silencio hablando continuamente puede ser abrumador para él. Permítele elegir el ritmo y el tono de la conversación, y si no quiere hablar no te lo tomes como algo personal.

Cómo apoyar a un superviviente de una pérdida por suicidio

Aunque conozcas bien a la persona, es posible que no estés seguro de cómo consolarla. Es normal sentirse inseguro o nervioso al hablar con ella, pero hay muchas formas de demostrar que te preocupas por su pérdida a través de lo que dices.

No tengas miedo de admitir que no sabes qué decir: «No puedo imaginar lo difícil que es esto para ti» y «No sé qué decir, pero estoy aquí para ti», son alternativas seguras al hablar con un superviviente de una pérdida por suicidio.

Pregúntale cómo se siente hoy en lugar de preguntar: «¿Cómo te sientes?». Responder a esto puede ser abrumador. Pregúntale cómo le ha ido el día. El duelo puede ser diferente de un día para otro, y tu amigo o familiar puede sentirse más capaz de explicar cómo se siente en un día determinado, en lugar de en general.

Menciona un recuerdo positivo de la persona que murió: si la conocías bien, recuerda lo que amabas de esa persona. No tengas miedo de pronunciar su nombre; eso le muestra al superviviente cuánto extrañas a su ser querido muerto. Menciona sus cualidades, comparte alguna anécdota bonita. Durante un momento tan doloroso, estos recuerdos alegres son reconfortantes para el superviviente de la pérdida por suicidio.

Pregunta si le puedes ayudar con tareas específicas. No es suficiente con decir: «Estoy aquí si necesitas algo»; esto no es útil, porque probablemente la persona en duelo no te pedirá nada. En su lugar, ofrece ayuda activa al superviviente de la pérdida por suicidio. Puedes preguntarle si necesita que alguien le haga los recados, haga la compra o lleve a sus hijos a la escuela. Ofrécete para acompañarle si tiene que resolver papeleo o cualquier otra gestión. Si no necesita ayuda con las tareas diarias, apreciará tu tranquila y amorosa compañía, y puede que se sienta un poco menos solo.

[Tomado de The Recovery Village. Traducido por Talitha] 10 de septiembre de 2021

Como cada año, Talitha, convoca el Curso de Formación y Capacitación en duelo para Voluntarios. Este año, en su VI edición.

Impartirán los talleres que integran el curso Dª Llanos García Sánchez, D. Vicente Prieto Cabras, Dª Gema López Rosa y Dª Mª Pilar Martínez Tierraseca.

Este es el programa del curso:

Enlace a las Bases de la Convocatoria

Para tramitar la solicitud: Descargar, Imprimir, rellenar y firmar y enviar por correo electrónico a asociaciontalitha@gmail.com

Hace unos días tenía muchas cosas que hacer e hice la comida a tal velocidad que me salté, sin darme cuenta, algunos pasos: me olvidé de la sal, del laurel, la cebolla no estaba bien sofrita… Un asco de lentejas.

Igual pasa en el duelo: si no das cada paso en el momento adecuado, o te saltas alguno, el resultado será un desastre: un duelo mal elaborado, un sufrimiento eterno que no te dejará ni respirar, te morirás de pena, te apartarás del mundo para siempre y tu vida será un asco. Como las lentejas.

Nos sentimos tan terriblemente mal, que queremos dejar de sentirnos así. Duele tanto que es insoportable. Y algunas personas se empeñan en hacer muchas cosas, hacer, hacer, no parar nunca. Sin pausa, sin respiro, llenando con actividad todos los huecos que han quedado vacíos. Para no pensar, para no sentir.

Imagina que te has fracturado gravemente una pierna. Te operarán, te escayolarán, tendrás que hacer reposo para que los huesos suelden bien. Cuando te quiten la escayola querrás recuperar enseguida tu autonomía, pero no vas a salir caminando como si nada hubiera pasado. Tendrás que hacer rehabilitación, ejercicios que irán subiendo de intensidad hasta que tu pierna recobre la fuerza y puedas caminar sin muletas. Y aún necesitarás un poco más de tiempo hasta que puedas correr y volver a sentirte «normal». Y esto no va a suceder sin dolor o saltándote pasos.

El duelo también es así. Necesitas reposar tu cuerpo y tu mente. Prepararte para permitir que todo tu dolor te atraviese, que recorra cada centímetro de tu piel, cada neurona de tu cerebro y cada fibra de tu corazón. Déjalo salir, que llore, que grite, que arañe. Tendrás que mirarte hacia dentro y tomar consciencia de tu nueva realidad. Trátate con amor, no te exijas más de lo que puedes. Estás atravesando lo que probablemente es el peor momento de tu vida, así que no te maltrates.

Comenzarás a dar pequeños pasos hacia delante. A veces sentirás que retrocedes, porque el dolor regresa cuando menos te lo esperas. No des pasos precipitados, no hagas cosas por hacer, sin ton ni son; busca solo lo que te proporcione cierto alivio, lo que te sirva para avanzar. Ten en cuenta que tu vida se ha detenido, y ponerla en marcha de nuevo no es sencillo. Pero también tendrás que darle un espacio y un tiempo al silencio y la soledad, para poder pensar en lo que te ha pasado, en cómo afecta a tu vida. Tu cuerpo y tu mente necesitan calma para poder procesar la muerte de tu ser amado.

Tu vida ahora va a ser diferente. Pero no se puede construir una casa con prisas y por el tejado. No corras, tómate el tiempo que necesites para aprender a vivir de nuevo. Pero tampoco te detengas para siempre.

Ama y ensancha el alma. 25 agosto 2021 Concha Moral.

«Al anochecer, el rey traicionado ordenó que le llevaran a otra doncella y a su esclava a sus aposentos. A medida que avanzaba la noche, la esclava dijo: “Señora, si no tienes sueño, cuéntanos un cuento para pasar la noche antes de que tenga que despedirme de ti al amanecer, porque temo el destino que te espera mañana”. A lo que Sherezade respondió inclinándose ante el rey: “Con el mayor de los placeres. ¿Me das permiso para contar una historia?”. Sorprendido, el rey asintió. Entonces Sherezade sonrió lentamente y dijo: “¡Escucha!”». Las mil y una noches.

Los cuentos populares están llenos de dolor. Por eso están llenos de medicina para el dolor. Una historia oral puede poner a las personas afligidas en contacto con fuerzas que han olvidado, con ancianos sabios que aún no han conocido y con sueños anhelados que acechan en los lugares sombríos de la mente. Los seres humanos piensan, perciben, imaginan y toman decisiones morales según las estructuras narrativas.

Las historias contadas funcionan como recetas para estructurar la experiencia. Las historias contadas no son pasivas. Afectan de forma activa y particular a cada oyente, tanto en el momento en que se escucha un cuento por primera vez, como después, en momentos inesperados que se repiten. Tolkien decía que el cuento hace que la persona que lo escucha recupere la respiración y que el corazón lata y se eleve. Los cuentos populares siempre han sugerido innumerables caminos para salir de los bosques oscuros.

¿Qué sabemos sobre los efectos curativos de la narración oral?

Hace mucho, mucho tiempo, existía un reino enmarañado en el que los hechizos y los encantamientos flotaban en el aire e impactaban con dureza en la noche. Aunque todo el mundo en este reino tropezaba con deseos mágicos, algunos elegían imprudentemente, por lo que se quedaban con oscuros remordimientos. Aunque todos podían encontrar segundas oportunidades solo alcanzando la luz de las estrellas, muchos se quejaban del esfuerzo. A pesar de que varios sabios ancianos moraban en las cercanías, la gente dejó de visitarlos y se lamentaba de la injusticia de la desesperanza. Los contadores de historias rara vez van a lugares donde no han sido invitados, así que dejaron de visitar este reino. Y así fue, hasta que un día, una cuentacuentos se perdió y encontró un camino hacia este retorcido reino. El rey y la reina se alarmaron y ordenaron cerrar todas las puertas y ventanas. La cuentacuentos se sentó en la plaza desierta de la ciudad e hizo una cosa desconocida. Hablando en voz baja, como si estuviera hablando consigo misma, comenzó a contar un cuento. Algunas de las palabras que pronunció eran negras y plateadas, otras eran azules y carmesí. Las palabras eran como el agua que sube y baja. Eran música que bailaba y flotaba. Cuando la narradora terminó, la gente se sorprendió al ver que estaban ilesos pero diferentes, y aquí es donde comienza nuestro cuento.

Hay un modelo de relato que demuestra que la narración de historias contiene múltiples funciones: 1. relacionales (formas de conectar a las personas); 2. explicativas (formas de conocer); 3. creativas (formas de crear la realidad); 4. históricas (formas de recordar); 5. de previsión (formas de visionar el futuro). Aunque la narrativa se ha recomendado como herramienta terapéutica en psiquiatría y psicoterapia, el uso específico del folclore y los cuentos de hadas ha recibido una atención limitada.

¿Cómo pueden ayudar los cuentos al proceso de curación?

Le diré algo sobre los cuentos.  Son todo lo que tenemos, todo lo que tenemos para luchar contra la enfermedad y la muerte. Silko.

El duelo y el luto se experimentan cuando las personas se enfrentan a problemas de pérdida, carencia y acontecimientos de despedida que afectan a sus expectativas, sueños y relaciones.  Sin embargo, la pérdida es inevitable. De hecho, algún tipo de pérdida puede ser necesaria en la vida.  Los cuentos populares están llenos de personajes que se enfrentan a la «falta» en sus vidas; a menudo el cuento se inicia por algo que falta y por lo que se llora. Los cuentos populares están llenos de despedidas no deseadas.  Estas despedidas son también desencadenantes de dolor, paralelos a los dolores insoportables de los oyentes de los cuentos.

Los relatos de otras culturas tienen funciones tanto pedagógicas como persuasivas. Recientemente se ha teorizado que escuchar historias puede tener efectos terapéuticos en el tratamiento psicológico de los traumas, ya que una historia oral se ofrece como un contenedor inmediato para los oyentes, en el que la emoción dolorosa puede ser «retenida» de forma segura, mientras se permite la acomodación del yo. Además, cuando una persona ha conectado con una historia concreta, los acontecimientos de su vida, que antes eran inocuos, pueden actuar en el presente como desencadenantes naturales en el futuro, trayendo la historia a la memoria. Las historias aumentan la capacidad de las personas para tolerar experiencias dolorosas. El fenómeno de la escucha de historias puede funcionar como una forma de medicina que se libera con el tiempo, difundiendo continuamente su efecto, mucho después de ser contadas. Las historias provocan intensos destellos de comprensión.

Inducir la relajación. Cuando los oyentes están relajados, se abren a una retención más activa de lo que se dice, se ponen menos a la defensiva y los procesos internos de sus propios cuerpos maravillosos comienzan a «curarse» (la presión sanguínea baja, los dolores se desvanecen, la respiración se vuelve suavemente rítmica, los latidos del corazón se ralentizan y las hormonas del estrés dejan de producirse).  El cuento hablado prolonga el trance de formas que el cuento leído en silencio no puede: las repeticiones, los ritmos de voz, los silencios, los susurros, todo ello favorece una relajación más profunda.

Motivar el cambio. Los pueblos indígenas de todo el mundo siguen contando historias ancestrales para evocar espíritus sanadores e inspirar el cambio. Se cree que las historias funcionan para abrir la mente a posibilidades creativas, cuando los relatos superan los valores, creencias y experiencias de las personas.  Algunos investigadores han descubierto que escuchar cuentos permite a la mente entrar en un estado de conciencia más profundo e imaginativo. Hay quien sostiene que, mientras la terapia tradicional de conversación para los problemas emocionales puede ser amenazante para algunas personas, la narración de cuentos puede ser una alternativa poderosa. «Mantener al público hechizado» se utiliza a menudo para describir el estado de cambio al escuchar un cuento bien contado, y algunos psicólogos afirman que las representaciones de cuentos contienen muchas de las condiciones necesarias para inducir trances. Una antigua enfermera convertida en narradora explica que el uso del cuento puede ayudar a establecer un entorno humano seguro, de ritmo más lento y receptivo, en el que los pacientes pueden sentirse más relajados y capacitados para expresar sus preguntas, preocupaciones y necesidades.

La escucha de historias. No sólo contar historias, sino también escucharlas puede tener beneficios específicos para la salud. Las investigaciones sugieren que los relatos pueden ser percibidos como útiles por las personas que sufren, dependiendo de si son negativos o positivos. La razón por la que una historia puede ser percibida como útil depende de la valencia (las historias negativas hacen que las personas se sientan afortunadas en comparación, las historias positivas se perciben como que ofrecen un mejor modelo de conducta y un sentido de esperanza). Esto sugiere que los relatos de enfermedad de los supervivientes de enfermedades similares pueden tener efectos curativos y reconfortantes más profundos para los pacientes recién diagnosticados. Por otro lado, alentar a las personas a contar un cuento (algo sencillo, por ejemplo, la historia de su nombre, de su enfermedad, de su pérdida) les ayuda a hacer la transición de oyentes a narradores de la propia historia de su vida, lo que les proporciona un sentido de misión, de identidad vital.

Comprobación de los efectos.  Se ha podido ver que el miedo, la ansiedad que una persona experimenta ante la muerte, la suya o la de un ser querido, se reduce al escuchar o narrar cuentos. Se cambia la perspectiva, ayuda a facilitar una curación emocional y espiritual al final de la vida, así como el intercambio de recuerdos.

Cuentos de enfermedades curativas

Hay quien afirma que la enfermedad es una llamada a las historias. Enfermar, de hecho, puede promover los relatos, al reparar el daño que la enfermedad provoca desde una perspectiva psicológica, y ayuda a redibujar los mapas de uno mismo a la luz de las nuevas circunstancias. Los relatos sobre la enfermedad son interpretaciones narrativas colectivas que alivian el estigma del comportamiento descentrado y los síntomas mediante la conversión al absurdo.

La enfermedad y la muerte desafían a nuestro ser existencial, y en este sentido, las narraciones autobiográficas y biográficas sobre la enfermedad, el tratamiento y la muerte nos ayudan a construir significados que den sentido a la vida y crear una narrativa coherente para lo que parece inexplicable. También ayudan a crear y recrear nuestro propio espacio dentro de la comunidad y a seguir conectados, volver a sentir apego emocional. Todo el mundo tiene una historia que contar, la historia de su vida. Y necesita ser escuchado y aceptado.

Hacia el reencantamiento de vidas destrozadas

En África Occidental, cuando una persona de la aldea enferma, el curandero le pregunta: «¿Cuándo fue la última vez que cantaste? ¿Cuándo fue la última vez que bailaste? ¿Cuándo fue la última vez que compartiste una historia?».

Un psicoterapeuta-cuentacuentos describe el trance de escuchar una historia como un estado de conciencia dirigido hacia el interior, de tal manera que los ojos pueden estar en el cuentacuentos, pero la conciencia se vuelve hacia el interior. Y esto ayuda a las personas a abordar información reprimida y dolorosa en sus vidas. Y en las narraciones autobiográficas, las personas se «vuelven a contar» la historia de su propia vida, de una manera que resulta más aceptable y de autoafirmación, desarrollando perspectivas alternativas, nuevas posibilidades.

Se sabe del poder curativo de la narración de historias, los beneficios del humor, la mejora de las habilidades de comunicación, la mejora de la comunicación de los médicos a través de actitudes de escucha positiva, la transformación de la cultura de un hospital a través del poder de la narración de historias, y la construcción de una comunidad de cuidado y apoyo en grupos informales e instituciones de atención de la salud.

Hace tiempo, la riqueza de una persona se juzgaba más por el número de historias que podía contar que por sus posesiones. Según este criterio, todos tenemos acceso a una gran riqueza. Las historias contadas proporcionan puentes temporales que permiten a los narradores y a los receptores de las historias replantear sus mundos ante pérdidas pasadas e imaginar un futuro sin sufrimiento, y a revalorizar sus vidas.

Incluso un rey violento que lloraba por sus ilusiones perdidas se curó un día gracias a la escucha de historias: la tradición oral cuenta que, mientras los cuentos nocturnos seguían desarrollándose, Sherezade tuvo tres hijos del rey. Tras mil y una noches escuchando cuentos, el rey dañado aprendió a amar y a confiar, perdonando la vida de la narradora y haciéndola reina. Entonces empezaron a disfrutar de la vida, hasta que fueron alcanzados por la Rompedora de Lazos y Destructora de Delicias (la muerte).

Autor: doctor Sunwolf

Fuente: https://storynet.org

Edición y traducción libre por Concha Moral





Portada del Cuento

Ya os contamos el otro día que Talitha había parido un libro: Arya, siempre contigo. Pues hoy lo hemos presentado a la familia y a los amigos. La verdad es que el «chiquillo» ha salido bien bonico. Nos hemos reunido en el Patio de Colores del Museo de la Cuchillería y hemos estado muy bien acompañadas.

Pilar Martínez Tierraseca, presidenta de Talitha, nos ha contado cómo surgió el proyecto: de la necesidad de guiar a los niños en el viaje de las emociones que surgen tras una pérdida, algo que nos ocurrirá a todos a lo largo de nuestra vida.

Verónica Soler, psicóloga y coordinadora del proyecto, nos ha explicado que los niños viven estas situaciones con mucha naturalidad, y que somos los adultos quienes, en ocasiones, los confundimos. Normalizar las emociones, ese es el mensaje.

No ha faltado la Escuela de dibujo Bermellón, y los artistas que han hecho las maravillosas ilustraciones del libro. Y Sebastián Torres, el autor de este cuento lleno de sensibilidad que está dejando su semilla en cada colegio.

Ha querido estar también la Librería Popular, que colabora desinteresadamente con el proyecto poniendo a la venta el libro en su maravilloso espacio.

También nos han acompañado el Ayuntamiento y la Diputación, que siempre nos han dado su apoyo moral y logístico desde el inicio del proyecto.

Y Arya, nuestra actriz protagonista, la perra de terapia de Verónica, que recorre los colegios escenificando el cuento y haciendo que los niños empaticen con su miedo, su tristeza, su dolor y su alegría por vivir. Hoy hemos leído un trocito del cuento y Arya nos ha mostrado un poquito de lo que sabe hacer, a pesar de las moscas.

Y no nos olvidamos de las personas que ofrecen voluntariamente su tiempo y su cariño a la asociación.

La recaudación será destinada íntegramente a los proyectos de Talitha, sus jornadas sociales, los grupos de duelo y las múltiples actividades que dan apoyo y calor a tantas familias doloridas.

Gracias, gracias, con todo nuestro corazón. Y acordaos de sentir y de respirar. Ama y ensancha el alma.

[Concha Moral. 13 abril 2021]

El Cuento puede adquirirse en LIBRERÍA POPULAR, de Albacete y en el Centro de Actividades de Talitha, calle Blasco de Garay N.º 41, bajos, sala N.º 8, los sábados, de 11 a 13 horas. El precio es de 18 €.