DÍA MUNDIAL DE LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

Por regla general la sociedad habla en susurros de la muerte. Como si hablar de ello diera mal fario. Y cuando se trata de una muerte por suicidio, el susurro se convierte en un silencio atronador que pesa mucho. Los susurros y el silencio hacen que los familiares se sientan solos y abandonados, multiplicando su sufrimiento. Hoy también publicamos un texto titulado «Cómo hablar con un superviviente de una pérdida por suicidio: qué decir, qué evitar». En él damos algunas pautas a seguir.
Muchos de nosotros hemos sido tocados por el suicidio y la pérdida de un ser querido. Hoy, en el Día Mundial de la Prevención del Suicidio queremos ofrecer esperanza. Si has llegado hasta aquí, concédete cinco minutos más y lee hasta el final.
Cualquiera que sea la causa que conduzca al suicidio, para estas personas el dolor emocional es intolerable y consideran el suicidio como una vía para dejar de sufrir. Hay muchos factores, junto con la depresión y las enfermedades mentales, que influyen en la decisión de una persona de seguir adelante con el suicidio: enfermedad crónica, culpa, trauma, pérdida o abuso de sustancias, por ejemplo. Lo trágico es que muchos de los que consideran el suicidio no quieren morir en realidad, simplemente no saben cómo lidiar con el dolor que están experimentando.
Si alguna vez has tenido ideaciones o intentos suicidas, o conoces a alguien que lo haya hecho, sabrás lo difícil que es escapar de ese sentimiento sin ayuda. Y sabemos lo difícil que es pedir ayuda. Te sientes solo, aislado, desesperado, perdido, y crees que nadie puede comprender lo que te pasa. Pero no es así. La mayoría de las personas han experimentado alguna vez en su vida algún tipo de angustia vital, y pueden comprender tu sufrimiento. Confía en tu familia, en tus amigos, en tu médico, hay recursos online donde encontrarás apoyo y guía. Hay mucha ayuda disponible para ti. No estás solo/a. Quienes han sobrevivido a un intento de suicidio te podrán contar que hay esperanza, que tras ese muro gigantesco de dolor hay una vida que te espera, y gente que te ama y que desea tu bienestar emocional. Sabemos que no es fácil abrirse a los demás y que el dolor no se irá enseguida, pero merece la pena, de verdad. Vivir es un valor infinito.
Si estás contemplando la posibilidad de terminar con tu vida, date la oportunidad de detenerte, reflexionar y reevaluar la situación. Te dejamos a continuación unas palabras que, seamos sinceros, no van a quitarte el dolor, pero puede que te ayuden a cambiar tu perspectiva lo suficiente para darte un poco de esperanza.
—El vendaval te azota, te zarandea, te hiere, te deja sin fuerzas y te arrebata la esperanza. Pero recuerda: tú no eres la tormenta. La depresión, la tristeza, los problemas, la soledad, la enfermedad no es lo que tú eres, no es lo que te define. Debes aprender a ser consciente de que esas tormentas, igual que vienen, pasarán.
—Si te quitas la vida no estás impidiendo que tu vida empeore; lo que estás impidiendo es la posibilidad de que mejore. La tormenta que te azota te impide ver que puedes librarte de ese sufrimiento, que hay futuro. Piensa en todas las personas a las que admiras: músicos, escritores, deportistas, actores… Si leyeras sus biografías verías que muchos de ellos han atravesado infiernos similares al tuyo, que pelearon contra el monstruo, que lo vencieron y que finalmente siguieron adelante. Lo bueno está por venir, aunque ahora no puedas verlo. Date esa oportunidad. No estás sola/o.
—No renuncies a la vida. Te aseguro que detrás del muro hay una puerta de salida. Pero tu dolor te impide verla. Lucha por tu vida. No ganarás la guerra en un día, pero cada momento que consigas no sucumbir a la desesperación será una batalla ganada.
—Puede que sepas ocultar muy bien lo que te está pasando y por eso las personas que te quieren son incapaces de detectar tu desesperación. Por favor, pide ayuda. Hay cosas que no podemos superar solos.
—Si andas buscando una señal para no suicidarte, ésta es. Este es el momento para reflexionar sobre el valor de tu vida, de cómo tus dones, tus talentos, tu sonrisa, tu amor, tu personalidad única son necesarios e irreemplazables. Tú importas. Tú me importas. Estas palabras son la señal que esperabas.
—Tú morirás una vez, los que dejas atrás vivirán mil muertes. Estás en un lugar tan oscuro, tan perdido, que no eres capaz de ver esto. El suicidio deja un terrible rastro de dolor, culpabilidad y de preguntas sin respuesta. Pide ayuda.
—Dicen en los melodramas: «Te quiero tanto que moriría por ti». Esto es ridículo. Lo que te diría la persona que amas es: «Mantente vivo por mí». Puede que sientas que eres una carga para las personas que te quieren, pero eso no es cierto. Terminar con tu vida es un sacrificio inútil. No sirve a nadie, ni siquiera a ti. Pide ayuda, hay una puerta en el muro.
—Si sientes que no tienes ninguna razón para seguir viviendo, ponte la mano en el corazón. ¿Notas como late? Nuestro corazón es un músculo increíble. Cada día se enfrenta a la descomunal tarea de generar la energía necesaria para desplazar un coche durante 32 kilómetros y bombea hasta 5 litros de sangre cada minuto. A lo largo de nuestra vida llegará a latir unos 3.000 millones de veces. Si nuestro corazón fuera una fuente, gracias a su energía la sangre alcanzaría hasta los 10 metros de altura. Cada uno de tus latidos es un grito por la vida, por tu vida. Te está contando que tienes todo el poder en tu interior, todas las capacidades para ser feliz: este es tu propósito en la vida. La nube pasará. Busca la puerta en el muro. Pide ayuda.
—Cuando te entren ganas de rendirte, recuerda la razón por la que has aguantado tanto tiempo en medio de la oscuridad. Recuerda lo que te amas, lo que te importa, lo que esperas, lo que deseas. Recuérdalo. Reflexiona sobre aquello que es significante en tu vida, lo que te ha ayudado a lidiar otras veces con cada día difícil y seguir adelante, aunque no te apeteciera.
—No estás sola/o. Sabemos que estás peleando con un terrible monstruo. Hay una puerta de salida en el muro. Espera, espera. Pide ayuda. Tú importas.
—Teléfono de la Esperanza: 717 003 717 y 967 52 34 34 (Albacete)
—Asociación Barandilla: 911 385 385
—Asociación Lassus:670 23 00 56
Ama y ensancha el alma.
Concha Moral.
10 de septiembre de 2021
Que importante saber que podemos pedir ayuda, que hay mucha gente que nos quiere ayudar y que sabe como hacerlo. Tenemos que darnos esa oportunidad.