«Al anochecer, el rey traicionado ordenó que le llevaran a otra doncella y a su esclava a sus aposentos. A medida que avanzaba la noche, la esclava dijo: “Señora, si no tienes sueño, cuéntanos un cuento para pasar la noche antes de que tenga que despedirme de ti al amanecer, porque temo el destino que te espera mañana”. A lo que Sherezade respondió inclinándose ante el rey: “Con el mayor de los placeres. ¿Me das permiso para contar una historia?”. Sorprendido, el rey asintió. Entonces Sherezade sonrió lentamente y dijo: “¡Escucha!”». Las mil y una noches.

Los cuentos populares están llenos de dolor. Por eso están llenos de medicina para el dolor. Una historia oral puede poner a las personas afligidas en contacto con fuerzas que han olvidado, con ancianos sabios que aún no han conocido y con sueños anhelados que acechan en los lugares sombríos de la mente. Los seres humanos piensan, perciben, imaginan y toman decisiones morales según las estructuras narrativas.

Las historias contadas funcionan como recetas para estructurar la experiencia. Las historias contadas no son pasivas. Afectan de forma activa y particular a cada oyente, tanto en el momento en que se escucha un cuento por primera vez, como después, en momentos inesperados que se repiten. Tolkien decía que el cuento hace que la persona que lo escucha recupere la respiración y que el corazón lata y se eleve. Los cuentos populares siempre han sugerido innumerables caminos para salir de los bosques oscuros.

¿Qué sabemos sobre los efectos curativos de la narración oral?

Hace mucho, mucho tiempo, existía un reino enmarañado en el que los hechizos y los encantamientos flotaban en el aire e impactaban con dureza en la noche. Aunque todo el mundo en este reino tropezaba con deseos mágicos, algunos elegían imprudentemente, por lo que se quedaban con oscuros remordimientos. Aunque todos podían encontrar segundas oportunidades solo alcanzando la luz de las estrellas, muchos se quejaban del esfuerzo. A pesar de que varios sabios ancianos moraban en las cercanías, la gente dejó de visitarlos y se lamentaba de la injusticia de la desesperanza. Los contadores de historias rara vez van a lugares donde no han sido invitados, así que dejaron de visitar este reino. Y así fue, hasta que un día, una cuentacuentos se perdió y encontró un camino hacia este retorcido reino. El rey y la reina se alarmaron y ordenaron cerrar todas las puertas y ventanas. La cuentacuentos se sentó en la plaza desierta de la ciudad e hizo una cosa desconocida. Hablando en voz baja, como si estuviera hablando consigo misma, comenzó a contar un cuento. Algunas de las palabras que pronunció eran negras y plateadas, otras eran azules y carmesí. Las palabras eran como el agua que sube y baja. Eran música que bailaba y flotaba. Cuando la narradora terminó, la gente se sorprendió al ver que estaban ilesos pero diferentes, y aquí es donde comienza nuestro cuento.

Hay un modelo de relato que demuestra que la narración de historias contiene múltiples funciones: 1. relacionales (formas de conectar a las personas); 2. explicativas (formas de conocer); 3. creativas (formas de crear la realidad); 4. históricas (formas de recordar); 5. de previsión (formas de visionar el futuro). Aunque la narrativa se ha recomendado como herramienta terapéutica en psiquiatría y psicoterapia, el uso específico del folclore y los cuentos de hadas ha recibido una atención limitada.

¿Cómo pueden ayudar los cuentos al proceso de curación?

Le diré algo sobre los cuentos.  Son todo lo que tenemos, todo lo que tenemos para luchar contra la enfermedad y la muerte. Silko.

El duelo y el luto se experimentan cuando las personas se enfrentan a problemas de pérdida, carencia y acontecimientos de despedida que afectan a sus expectativas, sueños y relaciones.  Sin embargo, la pérdida es inevitable. De hecho, algún tipo de pérdida puede ser necesaria en la vida.  Los cuentos populares están llenos de personajes que se enfrentan a la «falta» en sus vidas; a menudo el cuento se inicia por algo que falta y por lo que se llora. Los cuentos populares están llenos de despedidas no deseadas.  Estas despedidas son también desencadenantes de dolor, paralelos a los dolores insoportables de los oyentes de los cuentos.

Los relatos de otras culturas tienen funciones tanto pedagógicas como persuasivas. Recientemente se ha teorizado que escuchar historias puede tener efectos terapéuticos en el tratamiento psicológico de los traumas, ya que una historia oral se ofrece como un contenedor inmediato para los oyentes, en el que la emoción dolorosa puede ser «retenida» de forma segura, mientras se permite la acomodación del yo. Además, cuando una persona ha conectado con una historia concreta, los acontecimientos de su vida, que antes eran inocuos, pueden actuar en el presente como desencadenantes naturales en el futuro, trayendo la historia a la memoria. Las historias aumentan la capacidad de las personas para tolerar experiencias dolorosas. El fenómeno de la escucha de historias puede funcionar como una forma de medicina que se libera con el tiempo, difundiendo continuamente su efecto, mucho después de ser contadas. Las historias provocan intensos destellos de comprensión.

Inducir la relajación. Cuando los oyentes están relajados, se abren a una retención más activa de lo que se dice, se ponen menos a la defensiva y los procesos internos de sus propios cuerpos maravillosos comienzan a «curarse» (la presión sanguínea baja, los dolores se desvanecen, la respiración se vuelve suavemente rítmica, los latidos del corazón se ralentizan y las hormonas del estrés dejan de producirse).  El cuento hablado prolonga el trance de formas que el cuento leído en silencio no puede: las repeticiones, los ritmos de voz, los silencios, los susurros, todo ello favorece una relajación más profunda.

Motivar el cambio. Los pueblos indígenas de todo el mundo siguen contando historias ancestrales para evocar espíritus sanadores e inspirar el cambio. Se cree que las historias funcionan para abrir la mente a posibilidades creativas, cuando los relatos superan los valores, creencias y experiencias de las personas.  Algunos investigadores han descubierto que escuchar cuentos permite a la mente entrar en un estado de conciencia más profundo e imaginativo. Hay quien sostiene que, mientras la terapia tradicional de conversación para los problemas emocionales puede ser amenazante para algunas personas, la narración de cuentos puede ser una alternativa poderosa. «Mantener al público hechizado» se utiliza a menudo para describir el estado de cambio al escuchar un cuento bien contado, y algunos psicólogos afirman que las representaciones de cuentos contienen muchas de las condiciones necesarias para inducir trances. Una antigua enfermera convertida en narradora explica que el uso del cuento puede ayudar a establecer un entorno humano seguro, de ritmo más lento y receptivo, en el que los pacientes pueden sentirse más relajados y capacitados para expresar sus preguntas, preocupaciones y necesidades.

La escucha de historias. No sólo contar historias, sino también escucharlas puede tener beneficios específicos para la salud. Las investigaciones sugieren que los relatos pueden ser percibidos como útiles por las personas que sufren, dependiendo de si son negativos o positivos. La razón por la que una historia puede ser percibida como útil depende de la valencia (las historias negativas hacen que las personas se sientan afortunadas en comparación, las historias positivas se perciben como que ofrecen un mejor modelo de conducta y un sentido de esperanza). Esto sugiere que los relatos de enfermedad de los supervivientes de enfermedades similares pueden tener efectos curativos y reconfortantes más profundos para los pacientes recién diagnosticados. Por otro lado, alentar a las personas a contar un cuento (algo sencillo, por ejemplo, la historia de su nombre, de su enfermedad, de su pérdida) les ayuda a hacer la transición de oyentes a narradores de la propia historia de su vida, lo que les proporciona un sentido de misión, de identidad vital.

Comprobación de los efectos.  Se ha podido ver que el miedo, la ansiedad que una persona experimenta ante la muerte, la suya o la de un ser querido, se reduce al escuchar o narrar cuentos. Se cambia la perspectiva, ayuda a facilitar una curación emocional y espiritual al final de la vida, así como el intercambio de recuerdos.

Cuentos de enfermedades curativas

Hay quien afirma que la enfermedad es una llamada a las historias. Enfermar, de hecho, puede promover los relatos, al reparar el daño que la enfermedad provoca desde una perspectiva psicológica, y ayuda a redibujar los mapas de uno mismo a la luz de las nuevas circunstancias. Los relatos sobre la enfermedad son interpretaciones narrativas colectivas que alivian el estigma del comportamiento descentrado y los síntomas mediante la conversión al absurdo.

La enfermedad y la muerte desafían a nuestro ser existencial, y en este sentido, las narraciones autobiográficas y biográficas sobre la enfermedad, el tratamiento y la muerte nos ayudan a construir significados que den sentido a la vida y crear una narrativa coherente para lo que parece inexplicable. También ayudan a crear y recrear nuestro propio espacio dentro de la comunidad y a seguir conectados, volver a sentir apego emocional. Todo el mundo tiene una historia que contar, la historia de su vida. Y necesita ser escuchado y aceptado.

Hacia el reencantamiento de vidas destrozadas

En África Occidental, cuando una persona de la aldea enferma, el curandero le pregunta: «¿Cuándo fue la última vez que cantaste? ¿Cuándo fue la última vez que bailaste? ¿Cuándo fue la última vez que compartiste una historia?».

Un psicoterapeuta-cuentacuentos describe el trance de escuchar una historia como un estado de conciencia dirigido hacia el interior, de tal manera que los ojos pueden estar en el cuentacuentos, pero la conciencia se vuelve hacia el interior. Y esto ayuda a las personas a abordar información reprimida y dolorosa en sus vidas. Y en las narraciones autobiográficas, las personas se «vuelven a contar» la historia de su propia vida, de una manera que resulta más aceptable y de autoafirmación, desarrollando perspectivas alternativas, nuevas posibilidades.

Se sabe del poder curativo de la narración de historias, los beneficios del humor, la mejora de las habilidades de comunicación, la mejora de la comunicación de los médicos a través de actitudes de escucha positiva, la transformación de la cultura de un hospital a través del poder de la narración de historias, y la construcción de una comunidad de cuidado y apoyo en grupos informales e instituciones de atención de la salud.

Hace tiempo, la riqueza de una persona se juzgaba más por el número de historias que podía contar que por sus posesiones. Según este criterio, todos tenemos acceso a una gran riqueza. Las historias contadas proporcionan puentes temporales que permiten a los narradores y a los receptores de las historias replantear sus mundos ante pérdidas pasadas e imaginar un futuro sin sufrimiento, y a revalorizar sus vidas.

Incluso un rey violento que lloraba por sus ilusiones perdidas se curó un día gracias a la escucha de historias: la tradición oral cuenta que, mientras los cuentos nocturnos seguían desarrollándose, Sherezade tuvo tres hijos del rey. Tras mil y una noches escuchando cuentos, el rey dañado aprendió a amar y a confiar, perdonando la vida de la narradora y haciéndola reina. Entonces empezaron a disfrutar de la vida, hasta que fueron alcanzados por la Rompedora de Lazos y Destructora de Delicias (la muerte).

Autor: doctor Sunwolf

Fuente: https://storynet.org

Edición y traducción libre por Concha Moral





Deja un comentario