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Es fácil querer suprimir estos días del calendario, querer que ya se hubieran pasado, es lo que podemos escuchar de personas en duelo. Este sentimiento, este año, se incrementa a la preocupación por el contagio del covid aún muy presente en nuestras vidas.

Desde Talitha queremos recordaros que, vosotros, que estáis leyendo en este momento estas líneas, estáis vivos, y que cerca de vosotros aunque no estén en vuestra casa o en vuestro salón hay personas que os quieren.

Sea cual sea la opción que elijáis para celebrar estas fiestas, nuestros seres queridos que han fallecido están en nuestros recuerdo siempre, no olvidéis a los que si están e inventad cualquier manera para decirles que les queréis.

Tanto si compartís estos días con la familia, como desde la intimidad que nos da la soledad impuesta o elegida, INVENTAD VUESTRA MANERA DE CELEBRAR LA VIDA, de agradecer la suerte de haber tenido y la suerte de tener y querer a personas maravillosas.Hay tiempo para el recuerdo y hay tiempo para crear nuevos recuerdos.

FELIZ NAVIDAD

Mª Pilar Martínez Tierraseca.

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Endika, el amor de mi vida, mi ángel, mi motor, mi hijo, decidió dejar este mundo que ya no soportaba. Él que tanto amaba la vida. Ofrecía sin medida y regalaba siempre su sonrisa. Y nosotros nos quedamos aquí, sin entender nada, dedicados a honrar su memoria y su vida. Con el dolor de no haber sabido entender que el suicidio existía, subestimar su pena y su dolor, que ya son míos, anclados en mi alma.

Sí, soy superviviente de la tragedia de perder un hijo.

Maldigo la ignorancia y el tabú sobre su muerte.

Él se fue y me quedaron todos los supervivientes que le amaron, que esperan un «perdón» de esta sociedad insensible e ignorante, llena de prejuicios y reglas establecidas. ¿No será que es difícil aceptar la responsabilidad?  ¿Que es mejor esconder que reconocer?

Mis sobrevivientes y yo necesitamos que no se siga subestimando el dolor, que se abran los ojos y se sepa que tienen cinco veces más posibilidades de ser sobrevivientes a un suicidio que a cualquier otra pérdida no natural de un ser querido.

Sí, soy una superviviente.

Sólo espero que cada vez sean menos las que tengan que decir: sí, soy una superviviente.

Rosamari

El 1 de noviembre es una fecha que en nuestra cultura nos acerca a los cementerios, a visitar las tumbas donde reposan antepasados y seres queridos, a llevar flores, algo que muchas personas necesitan hacer no solo este día. En Talitha sabemos muy bien que los rituales son una manera de honrarles y homenajearles, y esto ayuda en el proceso de duelo. Que el recuerdo de los que no están no nos impida ver a los que si tenemos con nosotros. Quizá un brindis por nuestro ser querido fallecido, puede ser también un brindis a la vida. A querer y disfrutar a quien tenemos cerca, a decir te quiero muchas más veces.

Durante el duelo una persona puede llegar a sentirse increíblemente sola y abrumada. Si conoces a alguien que ha perdido a un ser querido, necesita tu amor y apoyo más que nunca. Hay muchas formas sencillas de ayudarle.

Qué puedes hacer

Puede ser difícil saber qué decirle a alguien que está en duelo. El miedo a decir algo incorrecto puede hacer que nos apartemos. Pero solo tienes que ser abierto, compasivo y estar dispuesto a ayudar, ofreciendo apoyo con tu presencia.

1. Comprueba cómo está

Haz un esfuerzo por comunicarte. Una llamada telefónica puede hacer mucho bien, o una invitación para tomar un café. Una visita puede significar mucho para una persona que está en duelo.

2. Comprender el proceso de duelo

La persona en duelo está navegando por una multitud de emociones terribles y difíciles, por eso es importante tener una comprensión general del dolor. Se experimenta tristeza, depresión, ira, ansiedad, soledad, vacío, desesperación y mucho sufrimiento. Los síntomas adicionales pueden incluir problemas físicos de tipo digestivo, muscular, cefaleas, trastornos del sueño, taquicardias y fatiga, entre otros. Si te tomas un poco de tiempo para informarte y comprender el proceso de duelo, sabrás cómo puedes ayudar.

3. Escucha más, habla menos

Cuando estás con alguien que está en duelo, suele ser difícil saber qué decir. Es posible que intentes hacer que se sienta mejor dándole ánimo y consejos, pero no lo hagas: en una situación como esta, no será de ayuda hablar mucho. Presta atención a su necesidad: lo más probable es que necesite hablar de sus sentimientos. Pero no lo hará si percibe que te sientes incómodo. No se lo impidas. Escucha sus pensamientos y expresa compasión por lo que está experimentando.

4. Déjale llorar

Uno de los aspectos más importantes del proceso de duelo es la capacidad de expresar una profunda tristeza y permitirse llorar. Al dejar que tu amigo llore le demuestras que comprendes que llorar es una parte importante del proceso de duelo. Puede ser tentador intentar animar a tu amigo o decirle que no llore, pero recuerda que es una parte importante del dolor y la curación. Cuando le decimos a alguien que no llore es porque nos sentimos incómodos al presenciar tal cantidad de dolor. Déjale llorar: es una parte necesaria del viaje.

5. Haga preguntas

A menudo, las personas dudan en hacerle preguntas a una persona que está en duelo, por temor a que se disgusten o decir algo incorrecto. No tengas miedo de hacer preguntas, ya que le permites hablar abiertamente sobre su ser querido. Pregúntale cómo se siente emocionalmente y escúchale con compasión y mimo. También puedes preguntarle cosas sobre su cuidado personal: cómo duerme y si está comiendo lo suficiente. Recuerda, no tienes que arreglar nada, no hay nada que puedas hacer para que el dolor de tu amigo desaparezca, pero tu presencia y empatía son muy importantes.

6. Ofrece ayuda práctica

Las personas en duelo pueden llegar a descuidar sus necesidades básicas. Ofrecer ayuda práctica puede salvarle la vida a tu amigo que está luchando para lidiar con las tareas diarias de la vida. Echar una mano en las tareas cotidianas es de muchísima ayuda: recados, comida, tareas de la casa, cuidado de los niños…

 7. Prepárate para acompañarlo en silencio

El dolor trae una enorme cantidad de emociones fuertes y, a veces, la persona en duelo necesita sentarse en silencio para recuperar la calma. Puede ser difícil acompañarle en silencio, porque sabes que tu amigo está luchando contra el dolor emocional. Resiste la tentación de llenar el silencio y haz un esfuerzo para dejarle espacio. Tu presencia es suficiente. Al estar ahí, sentados juntos sin decir una palabra, estás mostrando tu amor y apoyo. Tu presencia silenciosa puede ser más terapéutica de lo que crees.

8. Mantén el contacto

Al principio, las personas en duelo reciben atenciones, pero conforme van pasando los días, esas atenciones van disminuyendo. Hazle saber a tu amigo que estás pensando en él. Un breve mensaje, de vez en cuando, puede ser suficiente para que se sienta menos solo.

Lo que no se debe hacer

Hay varios comportamientos que se deben evitar con una persona en suelo. Incluso si se tienen las mejores intenciones, es fácil caer en decir o hacer cosas nada útiles. Aquí hay algunas ideas para manejar situaciones que pueden parecer difíciles.

9. No tengas miedo de hablar de la persona fallecida.

A veces, las personas tienen la idea errónea de que hablar sobre el ser querido fallecido molestará a los afligidos. La mayoría de las personas en duelo quieren hablar y pensar en su ser querido que ha muerto, lo que facilita el proceso de curación. Pregúntale por los recuerdos que atesora. Comparte los tuyos. Fomenta la conversación y los recuerdos. Y escucha con atención y cariño.

10. No intentes aliviar su dolor

El dolor no es un problema que se deba solucionar. No se puede. La persona en duelo solo necesita tu apoyo y presencia amorosa. Intentar hacer o decir algo para arreglar la situación solo hará que ambos os sintáis más impotentes. Recuerda que su pérdida es brutal y su dolor inmenso. Podría pasar bastante tiempo hasta que empiece a sentirse mejor, y si siente que estás intentando aliviar su dolor, puede comenzar a verse a sí mismo como un problema para ti, y perderás su confianza. Podría incluso aislarse y alejarse.

11. No infravalores su dolor

Reconocer el dolor es una de las formas más básicas y poderosas con las que puedes mostrar tu apoyo. No intentes disminuir su dolor diciendo: «Lo superarás pronto» o «Todo irá bien». La mejor manera de honrar los sentimientos y las experiencias de duelo de alguien es preguntarle cómo se siente y simplemente escuchar. Tratar de disminuir el dolor de alguien es una forma de quitarle valor a ese dolor, y solo le hará sentirse desconectado.

12. No hagas comparaciones con tu experiencia a menos que sea apropiado

Para identificarte con su dolor y ofrecer apoyo, es posible que tengas la tentación de hacer comparaciones con tus propias pérdidas. Sin embargo, es innecesario y, a menudo, puede generar frustración e ira en la persona que está sufriendo. Aunque hayas experimentado una pérdida, se cuidadoso cuando compartas o compares tu experiencia. Hazlo solo si la pérdida es muy similar a la de tu amigo. Hacer comparaciones inapropiadas sobre el dolor puede hacer que tu amigo se sienta minusvalorado.

13. No hagas comentarios sobre su aspecto

Los comentarios sobre el aspecto de una persona en duelo pueden ser dañinos. Evita decirle a tu amigo que parece cansado, deprimido o triste. O comentarios sobre si está más gordo o más delgado. Incluso los comentarios que pretenden ser elogiosos pueden hacer que se sienta juzgado. En su lugar, ofrécele apoyo y pregunta cómo puedes ayudar.

14. No le impongas tu fe o tus creencias

Puede que creas que compartir tus creencias religiosas o espirituales con una persona en duelo es una forma de ayudarla a sentirse mejor. Pero el resultado puede ser el opuesto. Solo si tu amigo te hace preguntas sobre tus creencias, compártelas abiertamente, pero sin presionar.

15. Evita las frases hechas y los tópicos

Frases como «Ahora ya no sufre», «Ella no querría que estuvieras triste», y otras por el estilo, deberían prohibirse en todas las conversaciones con personas en duelo. Estas frases se dicen con buenas intenciones, pero solo consiguen restarle valor a sus sentimientos. Lo mejor que puedes ofrecerle es un abrazo largo, un oído atento y una presencia compasiva. Ninguna palabra hará que el dolor de tu amigo desaparezca. No intentes decir lo correcto porque, sinceramente, no hay nada correcto que decir. El dolor lo consume todo. Lo único que importa es estar presente y ofrecer amor y amabilidad.

[Tomado de The Recovery Village. Traducido por Talitha] 26 agosto 2021

Hace unos días tenía muchas cosas que hacer e hice la comida a tal velocidad que me salté, sin darme cuenta, algunos pasos: me olvidé de la sal, del laurel, la cebolla no estaba bien sofrita… Un asco de lentejas.

Igual pasa en el duelo: si no das cada paso en el momento adecuado, o te saltas alguno, el resultado será un desastre: un duelo mal elaborado, un sufrimiento eterno que no te dejará ni respirar, te morirás de pena, te apartarás del mundo para siempre y tu vida será un asco. Como las lentejas.

Nos sentimos tan terriblemente mal, que queremos dejar de sentirnos así. Duele tanto que es insoportable. Y algunas personas se empeñan en hacer muchas cosas, hacer, hacer, no parar nunca. Sin pausa, sin respiro, llenando con actividad todos los huecos que han quedado vacíos. Para no pensar, para no sentir.

Imagina que te has fracturado gravemente una pierna. Te operarán, te escayolarán, tendrás que hacer reposo para que los huesos suelden bien. Cuando te quiten la escayola querrás recuperar enseguida tu autonomía, pero no vas a salir caminando como si nada hubiera pasado. Tendrás que hacer rehabilitación, ejercicios que irán subiendo de intensidad hasta que tu pierna recobre la fuerza y puedas caminar sin muletas. Y aún necesitarás un poco más de tiempo hasta que puedas correr y volver a sentirte «normal». Y esto no va a suceder sin dolor o saltándote pasos.

El duelo también es así. Necesitas reposar tu cuerpo y tu mente. Prepararte para permitir que todo tu dolor te atraviese, que recorra cada centímetro de tu piel, cada neurona de tu cerebro y cada fibra de tu corazón. Déjalo salir, que llore, que grite, que arañe. Tendrás que mirarte hacia dentro y tomar consciencia de tu nueva realidad. Trátate con amor, no te exijas más de lo que puedes. Estás atravesando lo que probablemente es el peor momento de tu vida, así que no te maltrates.

Comenzarás a dar pequeños pasos hacia delante. A veces sentirás que retrocedes, porque el dolor regresa cuando menos te lo esperas. No des pasos precipitados, no hagas cosas por hacer, sin ton ni son; busca solo lo que te proporcione cierto alivio, lo que te sirva para avanzar. Ten en cuenta que tu vida se ha detenido, y ponerla en marcha de nuevo no es sencillo. Pero también tendrás que darle un espacio y un tiempo al silencio y la soledad, para poder pensar en lo que te ha pasado, en cómo afecta a tu vida. Tu cuerpo y tu mente necesitan calma para poder procesar la muerte de tu ser amado.

Tu vida ahora va a ser diferente. Pero no se puede construir una casa con prisas y por el tejado. No corras, tómate el tiempo que necesites para aprender a vivir de nuevo. Pero tampoco te detengas para siempre.

Ama y ensancha el alma. 25 agosto 2021 Concha Moral.

Como cada año cuando llegan estas fechas me ocurre algo parecido, es periodo de vacaciones, de descanso, de buscar ese libro que no te da tiempo a leer o realizar algún pequeño viaje… tiempo de disfrute, y pienso en las personas que están en duelo por una perdida reciente, o no tan reciente en el tiempo pero si en la memoria. Es doloroso echar de menos con la conciencia clara de que no se podrá ver más, se necesita un enorme y precioso trabajo para recordarles con el amor que les tenemos como protagonista, sin olvidar nada, pero con la mirada agradecida de quien añora y a la vez siente la inmensa fortuna de haber tenido. Quizá una de las cosas más difíciles en el duelo es darnos permiso para lo placentero, os animo a intentarlo, no dejamos de quererles por ello, os lo aseguro.
Os deseo un bonito verano lleno de todo aquello que os haga felices, y esto para algunos será regado con lágrimas amorosas.
En septiembre volverán talleres y grupos, mientras las acogidas continúan.
674 85 95 68 TALITHA

Interesante artículo.

https://www.cuerpomente.com/psicologia/desarrollo-personal/5-claves-liberar-emociones_989?fbclid=IwAR2uep3E5Z8xbMWFKDJpNyxIigiDhlliDF2v0XveMIk625dERRifaCF_JiY

EL OLVIDO

He pasado toda la noche sin dormir, viendo,

sin espacio tu figura.

Y viéndola siempre de maneras diferentes

de como ella me parece.

Hago pensamientos con el recuerdo de lo que

es ella cuando me habla,

y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo

con su semejanza.

Amar es pensar.

Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.

No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no

pienso más que en ella.

Tengo una gran distracción animada.

Cuando deseo encontrarla

casi prefiero no encontrarla,

Para no tener que dejarla luego.

No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que

quiero. Quiero tan solo

Pensar en ella.

Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

Fernando Pessoa

 

Sentía que me estaba desmoronando. El sufrimiento era descomunal y supe que sola no podría. Cuando llegué a Talitha buscando ayuda una de las primeras cosas que pensé fue: «no puedo soportar este dolor, quiero dejar de sentirme así, pero tengo miedo de que eso signifique olvidar a Pepe». No recuerdo si llegué a expresarlo en voz alta a mi llegada, pero sí que ese tema lo tratamos más adelante.

Cómo explicaros lo que yo sentía por mi compañero. La admiración perpetua y la consideración infinita, las ternezas y los abrazos, rimas, chucherías, mensajes, masajes, atención indivisa, junto con el despliegue de un deseo y una ternura que tendían hacia el infinito. Con este amor extraordinario se corrigieron todos los desequilibrios. Y él me miraba y me decía que no podía creer lo afortunados que éramos.

Plenamente consciente de lo que he perdido, me miro a la cara en busca de los contornos de la ternura, del recuerdo táctil, su voz con un tono diferente para cada ocasión, su conversación inteligente y divertida. Y además era bueno. Sin menospreciar mis cualidades, las suyas me empujaban a ser mejor, a estar más despierta, a valorar lo pequeño, las cosas nimias y cotidianas que dan sentido y guían nuestra vida.

Pues sí: lo perdí todo. Ya no soy exactamente la misma persona y debo inventarme una nueva vida, aprender muchas cosas de nuevo. Tengo unas cuantas incertidumbres, inseguridades y miedos. Cada día necesito sacar la caja de herramientas que todos llevamos de serie y decidir cuál me va a ser útil hoy. Así que, ya veis, no es fácil y no sé nada del mañana. Pero sí sé algo con total certeza: cuando me encuentro mejor y tengo un día sin agujas en el corazón no es porque me haya olvidado de Pepe, sino porque su amor está en mi interior, recordándome que sólo tenemos una vida y que es un delito desperdiciarla. Sólo se olvida lo que no se ama.

¡Ama y ensancha el alma

Concha Moral

LA MUERTE DE MI COMPAÑERO

Cuando la muerte visitó mi casa, la devastación fue tan enorme que el mundo se volvió del revés, dejó de tener sentido y estuve al borde de la locura y de perder la vida. Me había visitado otras muchas veces, pero en esta ocasión se llevó el amor que yo más he querido nunca. Y el que más me quiso.

Perdida, sin rumbo, sin consuelo, muy pocas personas supieron tratar con mi desesperación. Y en su lugar yo tampoco habría sabido hacerlo. Y es que la mayoría de las herramientas que nos enseñan para lidiar con nuestro dolor y el ajeno se establecieron en nuestro sistema de creencias a una edad muy temprana. Y son incorrectas. Pocos serán los que tuvieron unos padres que se sentaran con ellos siendo niños para explicarles el dolor y cómo manejarlo de manera eficaz. La mayoría de nosotros vimos cómo nuestros mayores batallaban con los sentimientos de pérdida y lo que vimos se convirtió en la plantilla de cómo manejaríamos todas las pérdidas en el futuro. Mientras aprendíamos estas cosas, nunca nos dimos cuenta de que la mayoría de ellas tenían muy poco valor cuando se trata de abordar el dolor emocional, el propio y el ajeno, de una forma saludable.

Los estereotipos más comunes para manejar el duelo son: no te sientas mal, anímate, no llores, tienes que superarlo, el tiempo lo cura todo, sé fuerte, tienes que salir más, mantente ocupada…

Evidentemente estas “reglas de contención” que “debemos seguir” no surgieron para que tú te sientas mejor sino para que a los demás les sea más fácil tratar contigo. No dudo de las buenas intenciones de nuestra familia y amigos, quieren ayudar, pero la mayoría de ellos no comprenden cómo nos sentimos. Estos consejos que me daban coartaban mi necesidad de expresar mis sentimientos, y los reprimía hasta el punto de que me devoraban por dentro. Yo solo necesitaba ser acompañada, consolada y escuchada, que pudiera validar mi dolor en los ojos de otro. Pocos supieron hacerlo del modo adecuado (gracias infinitas) y la mayor parte del tiempo elegí la opción del autoaislamiento, pues, si no puedo llorar o desahogarme con alguien prefiero gritar y desgarrarme a solas. A veces me resulta más fácil evitar a los demás que lidiar con más consejos agotadores e irritantes. O también para evitar que me pregunten cómo estoy. Ellos quieren que sea fuerte porque les entristece —y en algún caso les incomoda— verme mal, y cuando me preguntan respondo: “estoy bien” o “voy mejor”, cuando en realidad lo que quiero contestar es: “¿de verdad quieres saberlo?”. Y sin olvidar que apenas nadie menciona a Pepe. No tengáis miedo a dañarme: necesito que hablemos de él tanto como respirar.

En nuestra sociedad se alaba el modelo de duelo sobrio, en el que todo el mundo comenta: “cuánta serenidad tiene, es fuerte, lo lleva muy bien…”, sin saber que mientras tanto estoy en casa con los puños apretados y con un cojín encajado en la boca para que nadie me oiga gritar.

Aunque no lo creamos, nuestro cuerpo tiene todas las capacidades necesarias para afrontar el dolor. Pero si reprimimos estas emociones o no realizamos ninguna acción positiva para enfrentarlas, a nuestro cuerpo no le queda más remedio que dar un reventón emocional y nos envía señales para informarnos de que hay un problema. Hay muchas formas en las que nuestro cuerpo nos avisa de que algo va mal. Yo padecí dolores de cabeza y musculares, insomnio, confusión, desarrollo de úlceras, sangrado, calambres, palpitaciones del corazón, tensión baja, pérdida de masa muscular, desmayos, vómitos, diarreas, falta de apetito, erupciones cutáneas, agitación, ansiedad, pánico, somnolencia, alucinaciones auditivas, falsos síntomas de infarto… Locura.

Disfrazar el dolor no sirve de nada. Hay que llorarlo, gritarlo, sacarlo del pecho. Es como el pus: debe supurar hasta que la herida quede limpia. Y si hemos cuidado bien esa herida nos quedará una cicatriz que seguro será sensible por siempre, pero la infección habrá desaparecido.

Ese sufrimiento inicial (la infección) es inevitable, hay que pasarlo, sangrarlo. Un puñadito de familia, amigos y Talitha estuvieron ahí dándome su tiempo y sus cuidados del modo en que yo necesitaba. Ese acompañamiento primero me ayudó a desahogarme, luego me proporcionó consuelo y finalmente empecé a salir de la locura. Poco a poco mi cuerpo dejó de sentirse enfermo y mi mente fue capaz de empezar a pensar y de activarse en otras direcciones. Entonces llegué a un estado de tristeza calmada, donde el amor agradecido y los recuerdos regresan puros, no contaminados por la desesperación infinita y el horror.

Aún me falta la alegría, pero voy recuperando el gusto por las cosas que me entusiasmaban y me levanto por las mañanas con más energía de la que he tenido en los últimos 18 meses, aunque de vez en cuando regresan los días terribles. Espero que la alegría regrese también porque la echo mucho de menos. Casi tanto como a Pepe. Estoy en ello.

¡Ama y ensancha el alma!

20 agosto 2020

Concha Moral

Es posible que estés de vacaciones, y es posible que aun así estés en casa, como otros años, o por tu propia decisión.

¿Volviendo a inventar, como estos meses anteriores?, la pandemia nos ha enseñado bien.

La mascarilla se ha hecho imprescindible, saludar cuando te encuentras a alguien significativo es una duda…nada…codo…uff, la distancia, el gel, muchas cosas nuevas y sin embargo las mismas ganas de un abrazo, las mismas emociones al encontrarnos y al despedirnos.

Este verano es diferente, pero quien está en duelo sigue sintiendo dolor, angustia, miedo, quizá enfado o muchas otras sensaciones y emociones que están presentes alrededor de la pérdida.

Entonces, nosotros somos los mismos, nuestros sentimientos y reacciones los mismos. ¿Donde está la diferencia?

Podemos pensar que la pandemia, incluso el virus, lo hace diferente, es fácil.

La vida nos trae sucesos y hechos que nos obligan cada día a tomar decisiones, a dirigir nuestros pasos y nuestra actitud hacia uno u otro lugar.

Aunque es muy cierto que esta pandemia nos ha traído muchas dificultades y dolor, sobre todo a las familias donde ha habido perdidas, también es cierto que todos tenemos la capacidad para tomar el camino óptimo y también para buscar ayuda si es necesario.

Podemos quedarnos en la tragedia y en el dolor que nos ha venido o podemos dirigir nuestra actitud para ayudar y ayudarnos.

Cuando hacían falta mascarillas muchas personas en su casa las cosieron con sus propias telas, cuando no podíamos salir de casa las videoconferencias sirvieron para reuniones de amigos o trabajo, somos capaces.

Desde Talitha la experiencia nos dice que somos capaces. Es posible que necesites buscar tu manera, que necesites ayuda para hacerlo, pero nunca dudes de tu capacidad.

Desde Talitha te invitamos a confiar en ti, a reinventarte, o sacar eso que siempre te sirve, aunque sea un verano diferente.